Quien nos iba a decir que a estas alturas de nuestras vidas, íbamos a descubrir otras aficiones que nos gustan, íbamos a disfrutar de una vida más relajada, sin poder salir, ni estar con nuestros seres queridos. Encerrados en casa, cual animal de zoológico… En mi caso, estoy disfrutando de esos momentos que me brinda la soledad y con mi pareja, pintar, leer, cantar, meditar mientras escucho música, entrenar en casa con las pesas que me he comprado nuevas, etc. . Realmente, echo muchísimo de menos a mi familia, en especial a mis padres, que los quiero con locura, y que están pasando una mala racha en términos laborales. Y es que el coronavirus hace mella en todos los lugares de España. Ahora que tengo más tiempo libre, recuerdo episodios de mi infancia, de mi adolescencia y de mi juventud en la universidad. Veo los años pasar… y recapitulo las personas que han sido muy importantes y se han marchado sin más, dejando huella en mi cerebro a nivel emocional, aquellos que aún siguen conmigo después de muchos años, aquellos que la vida se esfumó y se fueron a otro lugar que desconocemos… Todo suma, los fracasos, los éxitos, los sueños que queremos hacer realidad, el daño que nos hizo una persona, el duelo que pasamos por perder a un familiar y la felicidad que nos dio nuestra mejor amistad, pero… Realmente, dejé de creer en la humanidad hace mucho tiempo. Creo que estamos absortos con las tecnologías, y no nos paramos a contemplar el lugar en el que vivimos, a disfrutar de esa brisa fresca de primavera, a ver como las familias se divierten con sus hijos en los parques, o a quien está tranquilamente paseando a su perro. ¿Qué es lo que nos ocurre? …Y así, van pasando los años, las décadas… En una sociedad egoísta y estresada, donde lo importante es uno mismo. El individualismo social se aferra a nuestras vidas con más fuerza que nunca, donde lo más importante es lo material, el quién más tenga será el que más éxito y reconocimiento social tenga. Pero la felicidad no se mide en dinero. No debe ser así. Hay personas que tienen de todo, y no logran ser felices. La felicidad está en uno mismo, en saber reconocer esos instantes maravillosos que nos brinda la vida, fugaces, en soledad o con nuestros seres queridos. Cuando estamos viviendo ese instante, muchas veces no nos damos cuenta de que lo “estamos viviendo”, siendo al final, un recuerdo más, trivial de nuestras vidas. Seguimos día a día en una sociedad estresada por cumplir todos los objetivos que nos proponemos en tiempo record, en autoexplotarnos para conseguir contentarnos a nosotros mismos… En parte está bien sacar lo mejor de nosotros siempre y cuando no pisoteemos al de al lado. No vale todo. Y si no se consigue, tomarlo con filosofía. La vida no se acaba aquí, hay muchas otras cosas que podemos hacer. No eres un fracasado, porque simplemente has tenido el valor de intentarlo. Por todo ello, habría que cambiar de paradigma educativo, invertir en una educación más colectiva, donde la nota individual no sea lo determinante para ser médico, psicólogo o arquitecto. Que se prime más la ayuda colectiva, el trabajo en equipo, que sea evaluable otro tipo de conocimientos (la originalidad, la solidaridad, la empatía y educación emocional). Porque es ahí donde empieza todo… en el colegio, instituto, universidad, pero sobre todo en casa. La educación en casa es la base para que una persona desarrolle un sentido crítico e inteligente de la realidad. Hoy en día, la mayoría de los jóvenes están ensimismados en ellos mismos, en su ego por las redes sociales, con sus millones de me gustas, seguidores… y de ahí no salen. Es una pena, pues eso denota fracaso social en un futuro, y no dejar de ser un títere más. Y tenemos un fiel reflejo de la sociedad en los medios de comunicación. Se intenta que no se cuestione el sistema, que todo siga su curso. Que los que más tienen puedan seguir teniendo más y acosta de los que menos tienen… que los que menos tienen, tengan que trabajar más de 8 o 10 horas diarias en conseguir un sueldo mediocre, pisoteando sus derechos laborales y sin poder protestar por miedo a perder dicho trabajo. ¿Qué tipo de sociedad es esa? Una sociedad enferma y egoísta... Espero que intentéis llevar el confinamiento lo mejor que podáis. Recordad que esto es algo pasajero, y volveremos a ver a nuestros seres queridos, a abrazarlos y decirles lo mucho que los queremos, a volver a hacer deporte al aire libre, a ir a cualquier lugar del mundo que queremos. Volveremos a ser libres. Paciencia y ánimo

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